Al principio me costó definirme como emigrada. Sentía que, si lo hacía, no habría vuelta atrás. Que sería como decidir hacerle un nuevo tatuaje a mi identidad.
En mi cabeza, me había venido a vivir a España para estar más cerca de la familia que estaba viviendo en Europa y que, por las condiciones de vida que tenía en Argentina, no podía visitar.
Pero no era emigrada.
Sin embargo, desde que las escucho a ustedes, me doy cuenta de que si. De que lo soy. Y asumirlo fue liberador.
La libertad que te da aceptar algo se convierte en un antes y un después de ese proceso.
Y acá estoy, empezando también a escribir el mío.
Porque es cierto, lo que no documentamos se pierde. Podemos caer en la trampa de pensar que nos vamos a acordar de todo lo que vivimos, sentimos y pensamos. Pero si miramos hacia atrás… en el mejor de los casos, encontraremos fotos. Y esas fotos vienen acompañadas más de preguntas que de respuestas.
¿Cómo me sentía hace 2 años?
¿Fue entonces que decidí emigrar?
¿Cuándo hice el click y por qué?
¿Las razones que me digo hoy son las mismas que las de entonces?
Confío en mi memoria para responder esas preguntas sabiendo, en el fondo, que la memoria es escurridiza e inventiva. Y me lamento por no haber empezado antes a escribir.
A hacer esto que estoy haciendo ahora.
Hoy me siento bien.
Ayer pensé: qué loco, estoy viviendo en Europa. Pasó más de un año, pero me sigo sorprendiendo.
Sin embargo, vengo de varios días turbulentos. De muchas dudas e inseguridades. De miedo. De ansiedad. Empecé terapia, y me está ayudando. Aunque también me está ayudando hacer. Hacer aunque no tenga ganas. Aunque le sume más tareas a mis días.
En la mayoría de los casos, son cosas que inicié en un momento de inspiración pura, en uno de esos días donde no pensás demasiado y te ponés a hacer. Sabiendo que tu futura vos te va a cagar a pedos y te va a preguntar en qué te metiste.
Pero luego, la otra futura vos, la que viene después de hacer y de sentirte bien por haberlo hecho… te lo va a agradecer. Va a sonreír y te va a decir: me alegro de que lo hayas hecho.
Creo que algo parecido a esto sienten las personas que emigran, una mezcla de depresión y tristeza, con un poco de intrepidez y acción.
Una mezcla de caos y claridad.
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