Porque me libera.
Porque me ayuda a sanar.
Porque las palabras son mi compañía cuando siento que no veo salida al aturdimiento mental.
Porque cuando me siento exhausta de sentir tanto todo el tiempo, depositar lo que me pasa, plasmarlo en algún lienzo, es un respiro.
Es alivio, bienestar, liviandad.
Es como ir caminando en la nieve con botas pesadas y de pronto caminar en la calle, ya sin sentir que llevo rocas en los pies, o una mochila que re afirma mis viejas contracturas en la espalda.
Escribir es descargar,
librarme de las pesadas botas,
mochilas cargadas,
y nieve que entorpece mi andar.
Escribo porque me nace,
porque así lo siento.
Nunca pretendí ser gran escritora.
Me basta con la fuerza que retomo mis días cotidianos luego de rayar algún papel
A veces lo hago por inercia, algunas otras con mucho esfuerzo.
En ambos casos la sensación es la misma: vuelvo a mí.
¿Existe algo más genuino que dejarse llevar por la escritura?
Texto de Magdalena Morales Ferreira.